martes, 3 de enero de 2012

Aggie

Esta es una traducción más para una historia un poco larga, pero bastante extraña... espero que les guste.


Los niños son criaturas fascinantes. No puedo dejar de maravillarme de la manera en la que actúan y piensan. Sus mentes pueden ser moldeadas muy fácilmente, sin ningún esfuerzo, como la plastilina más suave en la más fuerte de las manos. Me preocupa nunca llegar a entender a esta niña, es decir, cómo pensaba.

Estas cosas pasaban por mi mente mientras examinaba la habitación levemente iluminada. Las puertas y ventanas estaban clausuradas con esa cinta amarilla que usan en las escenas de un crimen, el pegajoso desastre en el suelo estaba siendo analizado por el equipo forense.

El sitio que tenía enfrente era espeluznante, lo que alguna vez fue una niña de ocho años yacía en el suelo. Uno no podría decir con exactitud qué era a primera vista. Su cabeza apenas estaba unida a la columna vertebral, colgando grotescamente hacia un lado, con el líquido escarlata coagulado debido al paso del tiempo. Un ojo estaba fuera del cráneo, perdido unos metros más allá. Había un hueco donde antes estaba su estómago, como si hubiera sido arrancado a mordiscos por una bestia, mientras que los órganos aparecían esparcidos a su alrededor. Unas horribles marcas de cortes adornaban sus pequeñas muñecas, manos y dedos, llenos de costras de sangre. Claramente, alguien o algo la quería muerta. Sus padres y su abuela estaban en condiciones similares, dispersos por toda la sala.

El lugar era un verdadero baño de sangre. Me hizo volver el estómago. Evidentemente hubo una lucha. Juguetes, muñecas, títeres, revistas, vidrios rotos y ladrillos habían sido arrojados sobre el macabro espectáculo. La sala parecía combustible para pesadillas.Quedé enmudecido por el olor a sangre y entrañas. Aparentemente tenían tres días de muertos, aquello era demasiado para mí.

Un tanto mareado, me di la vuelta y me alejé de la escena. Quizá en alguna otra parte de la casa encontrara algo aún más vomitivo. Una vez que pasó el malestar me sorprendí a mi mismo subiendo las escaleras, hacía lo que parecía el cuarto de una niña. Ahí no había señal de lucha, todo estaba en su lugar… excepto por una cosa: Un cuaderno.

Era un cuaderno escolar común y corriente, tirado en el suelo. Lo levanté lentamente, dándole vuelta en mi mano. Estuve a punto de entrar en estado de shock. Estaba cubierto por letras sanguinolientas, extraños símbolos y signos. Había una cara dibujada sobre el papel, prácticamente en cada una de las páginas. Era una cara torcida, parercía estar cosida. Los ojos estaban rellenos con pequeñas líneas a través de ellos, como si fueran botones. Me parecía familiar, pero era incapaz de recordar por qué. Un pequeño pedazo de papel cayó de entre las páginas. Me agaché para recogerlo.

“No temas, mi niño, yo alejaré a los espíritus,
Te mantendré a salvo durante la noche, seré tu amiga todos los días,
Cuando se trata de amistades, tengo muy pocas,
Así que no me dejes, querida, o mi corazón se partirá en dos.”

Aquello no se veía bien. Le dí la vuelta al papel y leí el reverso:

“Muñecas Preocupadas de Madame Zoh
Tus amigas hasta el final.”

¡Qué extraño! Me puse a hojear el cuaderno de nuevo, esta vez desde el principio. Parecía un diario normal, había descrpciones de sus amigas de la escuela, discusiones con sus padres, pero una cosa llamó mi atención:

“Mi abuelita me regaló una muñeca en mi cumpleaños. Es bonita, pero me da miedo. Mami me dijo que no podía regalarla. Creo que no la quiero…”

Un par de días después había una entrada similar:

“Guardé la muñeca que me regaló mi abuelita en un cajón. No me gustan sus ojos, me ve enla noche… me asusta mucho."

Había muchas más como esa.

“La muñeca me sigue a donde voy. Su cabeza da vueltas. Ninguno de mis muñecos había cobrado vida antes… es raro, pero no está mal.”

“Llamé a mi muñeca Aggie. No es tan mala. Ella me dijo hoy que vamos a ser buenas amigas.”

“A Aggie no le gusta mi mamá, ni mi papá, ni mi abuelita. No sé por qué. Creo que es porque piensan que juego mucho con ella.”

Las entradas se volvían cada vez más perturbadoras mientras seguía leyendo.

“Aggie me hizo enojar mucho hoy. Dijo cosas muy feas sobre mi mamá. No se callaba y le arranqué un ojo. Eso no le gustó nada, pero me disculpé después…"

“Aggie es mi mejor amiga.”

“Adoro a Aggie.”

“Odio mis papás.”

“¡Ayuda!”

Después de la última entrada, no había nada más que garabatos y símbolos.

Un frío recorrió mi espalda. Sentí el ácido del vómito subiendo por mi garganta. Algo estaba terriblemente mal.

He estado en la habitación por horas sin haberme dado cuenta. Bajé precipitadamente por las escaleras tan rápido como pude. La casa estaba vacía: los investigadores ya no estaban ahí, lo único que quedaba eran charcos de sangre y el desorden sobre el piso. Los cuerpos ya habían sido retirados.

Eché una mirada alrededor de la sala, mis ojos se detenían sobre cualquier cosa que pudiera tener un significado.

“Ella se lo hizo a sí misma, ya sabes…”

Estuve a punto de cagarme encima con el sonido de una voz fantasmal de mujer. Sonaba como si estuviera frente a mí, vieja y ancestral. Miré a mi alrededor, buscando el origen de la voz y me detuve bruscamente en la muñeca que había visto antes. Le faltaba uno de sus ojos de botón.

No. –Me dije a mí mismo –No, no, no… es imposible. La voz regresó.

“Ella lo hizo sola.”

No había movimiento, pero el sonido venía de la muñeca. Me sentí como un loco por hacerlo, pero le pregunté: “¿Aggie?”

“Sí” Me respondió la voz, casi satisfecha de que le dirigiera la palabra.

Fue suficiente para mí, no pude soportarlo más, vomité. Esto se había salido por mucho de mi control.

“Oh, querido” me dijo, “pobrecillo… ven y siéntate aquí, no te sientes nada bien.”

“¿Qué demonios?” balbuceé, pidiendo a Dios que aquello fuera un sueño.

Sin embargo, pregunté: “¿Se lo hizo ella misma? ¿Qué fue lo que se hizo? ¿Quién?”

“Sí, la niña. Ella hizo todo esto, yo lo vi todo, mató a su familia, uno a la vez. La abuela fue la primera, ella usó sus pequeñas manitas.”

La cabeza de la muñeca colgaba de un lado a otro, como si alguien la moviera.

“Los cortó en pedacitos. Luego siguió ella, se arrancó un ojo, ya sabes… yo lo vi. Luego se abrió la garganta… la posesión es una cosa sorprendente… antes de que se diera cuenta, ya se había desgarrado las entrañas como un pescado… eso se ganó la pequeña perra.”

No podía creer lo que estaba sucediendo…  Me estaba hablando un maldito títere, una muñeca, un juguete; hablaba y se movía. Un terrible asesinato descrito como un juego, era algo horrible, pero a la vez seductor. Tenía que estar loco, sin duda. Me acerqué para escuchar mejor y para preguntarle:

“¿Por qué?” dije, mientras la confusión se reflejaba en mis cejas. La muñeca se limitó a sacudir la cabeza.
“Shhh… no hagas preguntas, todo estará bien.”

Una ráfaga de aire caliente llenó mi cabeza, mi mente se quedó repentinamente en blanco, mis párpados se sentían cansados y se cerraban, estaba perdiendo el control. Súbitamente, mis manos se levantaron en dirección a mi camisa, mis dedos arañaban mi propia carne. Dolía mucho, pero no quería parar.

“No cuentes mi secreto” me susurró Aggie, y lo único que hice fue asentir.

Mis uñas comenzaban a cavar en mi piel, la sangre comezó a aparecer a través de mi camisa. En segundos, mis dedos ya estaban incrustados en mi carne, los primeros dos nudillos se hundían cálidamente. Aquello dolía, muchísimo, estaba al rojo vivo…

“No” Intenté detenerme, pero era incapaz de controlar mis movimientos. “¡No!”

Mi carne cedía, los músculos se dividían. Ella me había atrapado… completamente, mientras sentía la presión de mis órganos contra los músculos y membranas. Era suficiente, pero no podía detenerme.